martes, 18 de agosto de 2015

Tejat Posterior ~ Contando estrellas





Estamos tumbados sobre el césped contemplando el atardecer. Aún no hemos salido de Zelenia por lo que no necesitamos preparar las tiendas de campaña para pasar las noches. Mientras el resto del grupo descansa y se alimenta, nosotros nos dedicamos a pasar el tiempo juntos, observando, en silencio, cómo los tonos del cielo viran indicando el final de otro día. 
Cuando el sol está a punto de desaparecer en el horizonte, me sorprendo acariciando con cariño el cabello de Alexandra; se reclina hacia mí y termina apoyando su cabeza en mi pecho. 
—Eres muy cómodo —murmura tras varios minutos dándonos caricias. No puedo evitar una pequeña risa; es la primera persona que me dice eso.

Seguimos tumbados mientras las estrellas comienzan a aparecer en el firmamento; cuando distingo la primera constelación, la señalo y digo:
—Esas dos líneas de estrellas que se unen por un extremo… —Alexandra asiente dándome a entender que se ha situado—, forman la constelación de Géminis. A un lado están Castor, la segunda estrella más brillante, Mebsuta, una estrella gigante, Tejat Posterior y Tejat Prior, un sistema con muchas estrellas juntas; el otro lado lo forman Wasat, un sistema con dos estrellas muy juntas, Alhena y Pólux, la más brillante de todas. La constelación de Géminis es la constelación de los gemelos, de Castor y Polideuco. Los dos nacieron del mismo huevo; hijos de una reina y el mayor de todos los dioses, Castor era mortal mientras que su hermano era inmortal. Tras la muerte del primero, Polideuco rechazó su condición de inmortal si no podía compartirla con su hermano. Su padre acordó dejarlos vivir seis meses cada año en el hogar de los dioses y el resto en el Inframundo.
—Cómo… ¿Cómo sabes todo eso? —pregunta Alexandra girándose hasta quedar tumbada sobre mí y mirándome con los ojos muy abiertos. 
—Una amiga me obligó a aprendérmelos, las estrellas de la constelación de su cumpleaños y la leyenda que la acompaña —explico, tratando de recuperar una imagen mental de su rostro. «La echo de menos…, echo de menos mi vida en Madrid»
—Tu amiga era lista, quiero que me cuentes más historias de tu mundo —dice con los ojos haciéndole chiribitas de la ilusión— ¿Cuál es tu estrella favorita? —pregunta volviendo a girarse para mirar al cielo junto a mí.
—Ese de ahí —respondo mientras señalo un punto cercano al lugar por el que el sol ha desaparecido—. Venus, todas las noches que estoy al aire libre lo busco… —¿Lo buscas? —me interrumpe Alexandra.
—Sí, no es una estrella sino un planeta —noto cómo Alexandra se acomoda a mi lado—. Me gusta pensar que ella, o cualquier otra persona, está mirando el mismo punto que yo… No sé, es una tontería, pero que dos personas en distintos lugares, observen en la misma dirección a la vez, me parece bonito… especial…
—Sí es bonito —murmura. Señala un punto más brillante que el resto y añade—. A mí me gusta más esa, siempre tan brillante… me siento segura cuando la veo sobre mí, vigilando.
—La Estrella Polar, indica dónde está el Boreas. Siempre se ha utilizado para orientarse en el mar y en la montaña.
—Ahora me gusta más; me vigila y me guía —dice Alexandra entre risas.
No puedo evitar no reírme con ella. Continuamos hablando durante horas, observando las estrellas abrazados sobre el césped. 
Un sonido lejano nos sorprende pocos segundos antes de que el sol comience a despuntar en el horizonte. Nos miramos sorprendidos al ver lo rápido que ha pasado la noche y nos abrazamos con aún más fuerza.
—Feliz día, pequeñaja —digo mientras el alba tiñe de color un nuevo día.
—No soy pequeña —murmura con ternura, inclinándose sobre mí para parecer mayor de lo que es.
—Más que yo sí —respondo entre risas mientras le peino el cabello por encima.

—Bueno, visto así… —vuelve a apoyar la cabeza en mi pecho y dice— Feliz día.

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