Mebsuta ~ Mar y bosque
—¿A quién besó Juk?, ¿Qué pasó después del beso? —pregunta Alexandra cuando termina de leer el primer relato. Enrolla el papiro y se lo devuelve a Delia esperando que le responda.
—El nombre de su pareja aparece en otras historia, espera un momento que encuentre el papiro —responde la escritora—. Respecto al beso…, hubo más besos, quedaron otras veces para verse y pasar el rato juntos… pero esas historias son privadas suyas. No encuentro el relato que estoy buscando, tendré que pedirle a Ella que nos lo narre.
Me giro sorprendida al escuchar mi nombre y preguntó qué tengo que contar.
—Lo que sucedió después del beso de los guardianes, lo que recordaron y vivieron esa semana.
—Me gusta esa historia, el primer beso del joven. Nunca entendí el nombre del relato, pero ya me lo explicarás algún día —digo, me aclaro la garganta y comienzo la historia:
«Llegaron a un claro del bosque donde el tono de las hojas perdía su tono rosado para ser verdoso como los árboles normales. Juk dio una vuelta en derredor contemplando maravillada la diferencia de colores del bosque y se dirigió al pequeño lago que se extendía frente a ella.
Se zambulló en el agua sin pensárselo dos veces; cuando asomó la cabeza, una cortina de agua ocultó su rostro mientras las gotas de agua recorrían rápidamente su cuerpo. Se acercó al límite del lago y contempló, meciéndose levemente, cómo Buejob se recostaba en la orilla frente a ella.
—¿Cómo crees que nos eligió He? —preguntó el elfo mientras se acomoda en el césped— No nos hizo ninguna pregunta ni nada, se limitó a observarnos y fue descartando a los elfos que me acompañaban sin decir ninguna palabra.
—Qué poco conoces el poder de las oceánides —respondió Juk, fijó sus ojos en los de su compañero con una mirada seductora y contempló jocosa cómo este se levantaba del césped y se tiraba al agua con la ropa puesta. Esperó a que saliese a la superficie para decir—. No me dijiste que fue tu primer beso.
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo he acabado en el agua? —preguntó Buejob asustado y sorprendido por las palabras de la oceánide.
—Igual que He, solo he necesitado observar el agua de tu interior. Por eso te eligió a ti sin necesidad de preguntar nada. Lo de tirarte al agua… —comenzó a decir Juk mientras observaba a Buejob acercarse a ella hasta quedar muy juntos—, desconozco por qué lo has hecho. Pero no voy a privarte de pasar el resto del día con la ropa húmeda. ¿Qué sucedió cuando tocaste la Gema?
—Algo que no olvidaré jamás —murmuró Buejob—. Cuando He me la enseñó, sentí hacia ella una atracción mucho más fuerte que la que acabas de ejercer tú sobre mí; no podía dejar de mirar el remolino de tonos que giraba dentro de la gema, los colores se movían lentamente en torno a la estrella de energía del centro y soltaba leves ondulaciones periódicamente. Cuando la toqué, dejé de sentir mi cuerpo por unos instantes; comencé a sentir calor y frío por todo el cuerpo, tenía sudores, me quemaba el cuerpo y se me removían las tripa, pero me sentía antiguo, natural y poderoso. Poco a poco las sensaciones fueron desapareciendo hasta quedar un la extraño vínculo con la naturaleza.
—Cuando toqué la Gema me pasó lo mismo pero, del calor, me sentía seca hasta el punto de llegar a ahogarme. Al final me sentí libre, serena y poderosa… como las aguas del mar.
—Somos capaces de controlar la esencia de nuestra naturaleza, ¿eres consciente de la responsabilidad que esto implica no?
—Lo soy, defender Golybhe con la vida y trabajar para facilitar la vida de sus habitantes… —susurró Juk, la distancia que los separaba era tan pequeña que no necesitaban alzar la voz para escucharse. Se detuvo unos instantes a recordar algo y añadió—, aunque eso incluya tener que cavar túneles durante semanas, conectando todos los reinos por debajo de la tierra y dejar que caigan en el olvido
—Mejor que no recuerden dónde están; si lo supiesen… más de uno habría tratado de robar la Gema del Tiempo.
—Ya bueno, pero haber estado tanto tiempo cavando los túneles, con todo el esfuerzo físico y psicológico que supuso para nosotros, todas las dificultades como el hambre, los desprendimientos que más de un susto nos dieron o el tener que orientarnos bajo tierra para conectar dos túneles por instinto… y que no haya nada recordándolo… no me hace pensar muy bien de la gente a la que defendemos —dijo la oceánide con resentimiento.
—Lo de orientarse fue horrible; hemos terminado creando un laberinto bajo Golybhe y ahora nos perdemos cada vez que queremos reunirnos. Enviarte el mensaje para vernos y que llegase hasta Plava no fue nada fácil.
—Calla —respondió Juk. Se puso de pie en el lago e hizo que su compañero se levantase junto a ella; le abrazó mientras el agua recorría sus prendas y caía al lago. Posó su índice sobre los labios de Buejob para que no pudiese hablar—. Mejor no recordar nada más, no pienses si los elfos siguen usando el Agar-Agar o si los unicornios siguen vivos. Limítate a…
—Siguen usándolo —contestó el joven retirándose un poco de la oceánide para poder hablar—, el Agar-Agar ha sido uno de los grandes inventos de Zelenia, no solo permite a los elfos aprovechar al máximo la luz solar, también sirve para acercar a los elfos y árboles y hacerles dependientes unos de otros —la cara de Juk solo mostraba decepción y desconcierto, pero no sabía qué hacer para callar al elfo; este la miró, observó su gesto y continuó diciendo—. No sé si los unicornios siguen vivos, lo más mágico que he visto en mucho tiempo has sido tú.
Se inclinó hacia ella mirándola fijamente a los ojos. La energía comenzó a manifestarse en el ambiente, del lago comenzó a brotar con rapidez una planta, en torno a ella se originó un pequeño remolino con las aguas girando alrededor del trono. Cuando Buejob acercó sus labios a los de Juk, un hermoso castaño les servía de apoyo en mitad de las aguas.
Mantuvieron el beso mientras los árboles del bosque florecían rápidamente y comenzaba una suave llovizna. Al separarse, se miraron a los ojos y volvieron a fundirse en un nuevo abrazo.
—…disfrutar el momento —terminó de decir Juk, con la voz entrecortada y el rostro con tonos más rojos que el propio rojo.
—Te quiero —consiguió decir Buejob con una sonrisa sincera en los labios—. Es real.
—Yo te quiero más, tanto como gotas hay en el mar —respondió la oceánide mientras le daba un beso breve.
—Te quiero tanto como estrellas hay en el cielo. Siempre lo haré.»
—Es muy bonito… —dice Alexandra cuando termino de hablar—, muy romántico —sonríe, toma la mano de Erik y continúa hablando—. Aunque ahora tengo varias preguntas.
—Tú dilas, ya veremos si te respondemos —contesta He.
—¿La historia es cierta?, me refiero, ¿existen esos túneles y el castaño?
—Sí —responde Delia, me mira y prosigue—, respondiendo también a la pregunta de Ella puedo contaros que Buejob vino a verme, me narró la historia y me pidió que el papiro llevase mensajes ocultos, por eso recibe ese título; Ocultos —vuelve a mirarme, veo duda en sus ojos y asiento; «Deben saberlo», pienso—. Los túneles sí existen, las entradas las conocen muy pocas personas… por suerte. Si investigáis un poco sabréis dónde se encuentra cada una… yo solo puedo deciros que hay una en cada reino, pero que los túneles conectan todos los reinos así que, podéis entrar por Zelenia y salir en Bakar.
—He, junto a tu casa hay una entrada, ¿verdad? —pregunta Erik, la cara de Delia palidece rápidamente al escuchar al joven, mira interrogante al anciano y espera a que hable.
—Esa entrada no cuenta, sirve, pero está demasiado lejos —dice He, no parece convencer mucho a la escritora—. Tendréis que encontrar otra entrada.
—En el Bosque de los Ijubav, en algún lugar —responde Alexandra. He me mira con estupor, no puedo evitar reírme al comprobar que los dos jóvenes son más listos de lo que parecían—. Hay una energía similar a la de tu hogar. Aunque está más lejos aun; no nos sirve.
La sala se ha quedado en silencio. He parece incómodo, los dos jóvenes no han necesitado ni cinco minutos para acertar dos de las entradas a los túneles, la mayoría de los golybheños muere sin saber siquiera de su existencia. Recuerdo la segunda parte de la pregunta de Alexandra y decido romper el silencio— El castaño también existe, se necesita algo más que un sentimiento de amor verdadero para poder llegar a él; está oculto en lo más profundo del Bosque de los Ijubav.
—De acuerdo, gracias. Al final, nos costará menos encontrar el túnel que el castaño —comenta Alexandra entre risas—. La última pregunta, ¿Por qué un castaño?
—Representa la honestidad, la suerte y la protección; algunos dicen que junto al árbol se sienten en armonía con naturaleza, con nuestros semejantes y el Universo… ese puede ser el motivo —explico, recordando las leyendas que tengo guardadas en mis papiros. «También puede ser porque se besasen bajo un castaño y quisiesen inmortalizarlo», pienso, pero me lo callo.
—¿Qué pasa si la Gema del Tiempo se rompiese? —pregunta Erik con la mirada cargada de curiosidad.
—Mejor que eso no ocurra —murmura He.
—Sería nuestro fin —respondo con lentitud—. Terminaríamos siendo una historia, una leyenda para los que encontrasen evidencias de nuestra existencia, o la simple ilusión de un muchacho que solo quiera soñar.